Por un proyecto de país que tenga alcance de 30 años
Amigas y amigos, compañeros todos de partido, el 19 de julio en el evento de registro de mi candidatura, ante la Comisión para el Proceso Interno, hice entrega de aportaciones para el debate de la plataforma electoral de nuestra organización política. Con esa base he recorrido el país, discutido con la gente sus ideas, tomado sus anhelos, sus sueños, compartido sus reclamos y sus aspiraciones por un cambio para nuestro país.
Hoy, como resultado, precisamente de ese intercambio, vengo a presentar al Partido el conjunto de aportaciones que junto a al gente hemos logrado construir durante estos meses de trabajo.
México se encuentra en el umbral del nuevo milenio, lo hace ante la posibilidad histórica de cambiar, de tomar un nuevo sendero para encontrar verdaderas soluciones a sus más urgentes problemas. Hoy los derrotados suman millones y los triunfadores apenas unos cuantos. Es imprescindible reconocer los avances para fortalecerlos y los errores para enmendarlos, resarcir los daños y restañar las heridas de la sociedad para poder así, con el Partido, construir a su lado una nueva nación mexicana.
Los priístas que hemos sido siempre priístas hemos encabezado las luchas sociales, así lo demuestra la historia del Partido, lo ha hecho construyendo gobiernos que permitieron a las familias vivir en paz, a las mujeres y a los hombres tener trabajo y ahorro, a los jóvenes tener esperanza y al país progresar. Lo hemos hecho antes y estoy convencido que lo podemos hacer de nuevo. Nuestro Partido tiene hoy la opción de convencer con la verdad para construir el cambio del futuro, para realizar los sueños y las esperanzas de su militancia largamente esperados.
De la unidad del Partido y de sus triunfos dependerá la posibilidad de cambiar al ritmo que exige hoy la sociedad mexicana. Ha llegado el tiempo de convocar a un gran debate nacional para construir el Estado imprescindible del futuro, un debate libre y concreto, que ayude para construir entre todos la nueva oportunidad que requiere el país, que constituya la oportunidad seria para que la sociedad misma reafirme sus logros, fortalezca sus instituciones y decida el rumbo futuro del cambio; cambio al que me propongo contribuir con las ideas y las propuestas que he recogido en todos los rincones de la República.
Ya no se trata simplemente de expresar buenos deseos y metas distantes en renglones críticos como la inseguridad, el campo o la economía. No basta con decir que haremos más, sino explicar cómo lograrlo, más de lo mismo ya no es respuesta. Hablar de cifras mayores sin una propuesta de cambio con certidumbre, es un acto de deshonestidad evidente.
Cuando los logros sociales son magros y la polarización va en aumento, tenemos nosotros que pensar en el cambio para el país.
La plataforma de nuestro partido debe considerar una nueva visión para el Estado Mexicano, un estado imprescindible, pleno de autoridad moral y derivado del consenso popular. Un Estado que cree, cumple y hace cumplir fielmente la Constitución, un Estado que renueve y mantenga vivo el pacto social fundamental transmitiendo certeza en la aplicación de la ley y garantizando igualdad de todos ante ella.
Un Estado fortalecido para la democracia, para lograr así el desarrollo humano del pueblo mexicano; un Estado ubicado en el contexto del nuevo milenio, capaz de enfrentar exitosamente los problemas de fin de siglo, entre los que se encuentra el problema ecológico, el problema demográfico y el terrible problema de desigualdad entre los pueblos y entre los seres humanos.
Ese es el Estado que debemos construir: un Estado que exige replantear sus elementos constitutivos para cumplir sus fines, aquellos por los que surgió y que no deben cambiar jamás.
Es el gobierno quien primero que nadie debe inspirar confianza, dar certidumbre, mostrar honradez, lealtad, dignidad y eficiencia. A él le tocará, muy pronto, concretar una transformación estructural de perfiles sustantivos, para que la sociedad sea cada vez más gobierno.
En el cambio, la sociedad participará más con el propio gobierno, desde el combate al crimen y la recuperación de la seguridad, hasta el rumbo y las características de la economía; desde los contenidos educativos, hasta el otorgamiento del servicio de salud, la atención de los grupos vulnerables y de las personas con alguna discapacidad. Todos los temas serán consultados con la sociedad.
El cambio representa la creación de un nuevo modo, de un nuevo método, un estilo de administración para satisfacer las grandes demandas de la población.
Un gobierno decidido a terminar con los mitos y empeñado en promover nuevas instancias públicas, sin crear más burocracia ni dilapidar los recursos públicos.
Estamos ante la gran oportunidad de transformar a México: primero tenemos que recuperar el gran valor de la política, para llegar a un alto consenso social que permita la gobernabilidad democrática.
Los mexicanos podemos alcanzar ese nuevo acuerdo, ajustando la política a las necesidades de la gente. Por eso hoy, en todo el país, los priístas debemos cambiar construyendo a partir de nuestros principios, de nuestro propio Partido con la participación de la gente.
Políticas -todas ellas- de Estado, de largo plazo y que respondan a la gente, que respondan a esas expectativas que largamente han acariciado y definan el nuevo rumbo de la nación que debemos construir.
Los principios del Partido son la base del cambio y sus militantes la fuerza motriz para llevar su mensaje a toda la población.
Así, nuestro Partido impulsará un cambio que buscará sumar -respetuosa y razonadamente- todas las voces de México, que promoverá el debate para concluir la reforma del Estado mexicano.
Construiremos así un México unido por la conciliación , por un nuevo pacto político nacional que dé sustento a nuestra vida republicana.
El federalismo es nuestra gran oportunidad. Desde que la República surgió, estamos luchando por concretarlo en la práctica. Un federalismo real, que no solamente se traduzca en modificaciones presupuestales, sino que también reconozca y aliente la diversidad de las regiones, desconcentrando y descentralizando la vida política del país.
Un federalismo que la gente advierta como el mejor sustento de la nacionalidad común, que haga responsable a la Federación de cumplir con las regiones y a éstas, solidarias con los grandes problemas que la Federación enfrente, ante el reto de la transformación para ingresar al siglo XXI.
Si logramos un gobierno eficiente, moderno, sin fundamentalismos, abierto al cambio y deseoso de incorporarlo a la sociedad en la toma de las grandes políticas, habremos dado un paso importante: estaremos mejor posicionados para cumplir exitosamente nuestro encuentro con las naciones del mundo.
Somos una nación que podría estar mejor sí todos decidiéramos dejar el egoísmo individual, la polarización excesiva de la economía para encaminarnos a una gran oportunidad de encuentro con el rumbo que México reclama para el nuevo milenio.
El Partido está nuevamente en el centro de esta lucha del pueblo de México. Lo hace para garantizar su soberanía, su nacionalidad, sus valores y sus grandes principios.
Un partido incluyente, que ha escrito grandes páginas de nuestra historia y ha tenido sabiduría para entender los cambios y adelantarse a ellos permanentemente.
Los priístas optamos por las reformas necesarias, no queremos cambiar para seguir igual. Queremos cambiar para que México mejore y las familias vivan mejor.
Queremos construir un futuro en torno de una política económica de Estado, convenida con las fuerzas políticas y con los agentes económicos del país.
De esa pluralidad, sin duda surgirá la gobernabilidad democrática que todos anhelamos y que la sociedad reclama.
Consolidar el equilibrio macroeconómico es imperativo para mantener la estabilidad, tanto como fortalecer el mercado interno.
No podemos permitir que cada vez se cierren más nuestros márgenes de acción.
En 1980, a partir de entonces, cada 10 años se ha duplicado el número de mexicanos que viven en la pobreza, hasta llegar hoy a la mitad de la población de México que vive como en el siglo XIX.
Ante esta situación, construiremos el consenso nacional para concluir la definición de un proyecto de país que tenga un horizonte de 30 años, donde haya lugar para todos y a partir de lo cual se determine el programa del nuevo gobierno, con las aportaciones que se han recogido por el partido.
Sólo entonces estaremos en condiciones de terminar las reformas políticas, económicas y jurídicas que no se han realizado y de conformar verdaderas políticas de Estado, de largo plazo, de largo aliento que piensen en la gente y que otorguen certeza a la reconstrucción del país.
Para fortalecer nuestra oferta de predictibilidad, consistencia y confianza en a economía, conformaremos un Consejo Nacional de las Regiones para la política económica de Estado, donde participen todos los sectores de la economía nacional.
Establecer un nuevo catálogo de derechos sociales y ambientales del ciudadano, restituir el Estado de Derecho y la eficacia y eficiencia de la ley.
De esta manera, podremos construir el modelo de desarrollo descentralizado, equitativo y democrático que necesitamos para disminuir la gran brecha que hoy existe entre nuestros indica-dores económicos, los propios de la vida social, de la parte ambiental, de la seguridad pública y los de la realidad de los mexicanos. Hacerlo también con la de nuestros socios comerciales.
Un modelo para el futuro, que se sustente en el crecimiento sostenido de una economía en equilibrio dinámico, con estabilidad de precios, apoyada en el vigor de las regiones, el uso racional de los recursos naturales y la mejora constante de la calidad de vida de los mexicanos.
Un modelo que avance hacia mayor autonomía financiera de los estados y municipios del país, para que cumplan con sus metas y compromisos sociales. Y hacerlo a través de la revisión de la coordinación fiscal, del manejo y cálculo de las participaciones y de los propios impuestos.
Mi propuesta es lograr una macroeconomía balanceada en crecimiento y una microeconomía competitiva en la apertura, que se recupere en la tasa histórica de crecimiento del país de 6.4 por ciento con estabilidad de precios y un tipo de cambio competitivo que permita el desarrollo que el país reclama.
Hoy, para lograrlo, requerimos no seguir aplazando lo que tanto tiempo hemos hecho. Requerimos un política de competitividad: una política que se fundamente en reformas profundas, de carácter fiscal, financiero, laboral, administrativo y en paralelo cumplir con el reclamo de la sociedad para iniciar la reforma judicial, impulsar la reforma educativa de ciencia y tecnología que México exige para competir en la globalidad y que el eje de nuestra propuesta económica pueda dar respuesta al beneficio y al desarrollo social.
La alternativa es construir un esquema productivo descentralizado, con responsabilidad social; una propuesta democrática, cuya prioridad económica sea siempre le gente: primero la gente y después la economía, primero la gente y después las cosas.
El cambio reconoce en los objetivos sociales la única expresión válida de las metas económicas. El cambio económico consiste en atacar frontalmente las causas de la pobreza para garantizar las condiciones básicas que permitan un desarrollo humano integral a todos los mexicanos y no seguir atacando sólo los efectos y mitigando sus resultados, sino orientar los esfuerzos a la verdadera causa que origina la pobreza del país.
El cambio será posible con la participación corresponsable de grupos sociales, de la familia, la comunidad y los sectores social y privado en los programas de gobierno, el cambio nos hará una sociedad con el desarrollo humano que merece México; el cambio en política social será lograr mejores niveles de vida, mediante la promoción de programas y acciones que permitan el desarrollo humano de los ciudadanos pero que surjan de la vida comunitaria y no de los escritorios de una burocracia insensible a los principios del Partido.
Se trata de un cambio en el que el Estado garantice a los ciudadanos el respeto a sus derechos y obligaciones, que propicie espacios de participación a la sociedad en el diseño y aplicación de los programas e incorpore en ellos las diversas características regionales y culturales que tiene México.
El constante crecimiento de la pobreza es la más evidente muestra de las políticas sociales y económicas insuficientes hasta el día de hoy.
Es claro que la pobreza es el reflejo vivo de la carencia de condiciones básicas para el desarrollo humano como son la educación, la salud, el empleo, el salario y la nutrición.
Por eso debemos cambiar: para que el desarrollo humano de los mexicanos sea el eje de una nueva política económica y un nuevo compromiso social; el cambio que yo propongo del recorrido nacional que expresa la gente, es el cambio que hay que realizar mediante la aplicación de programas que habrán de generar impacto específico para crecer en el empleo y definir lo que la sociedad merece para poder subsanar las carencias y la desigualdad.
Sin duda que hoy el cambio es que la política social garantice sin distinción la igualdad ciudadana entre género, ubicación geográfica y etnias. El cambio requiere que las comunidades indígenas de México estén incorporadas al desarrollo nacional reconociendo sus derechos políticos, sociales, económicos y culturales. Si al país le va mal a los indígenas les va peor. Por eso el cambio para lograr el objetivo social, es indispensable.
Amigas y amigos todos, compañeros de Partido:
Hoy se trata de cambiar o de seguir igual, de cambiar obteniendo de nuestra historia lecciones que por su aliento de dignidad merecen ser recordadas o permanecer igual, atrapados en un perpetuo atraso.
Hagamos el cambio con la oportunidad de este proceso. México ya no puede seguir esperando más, México tiene prisa y merece un futuro mejor. Aquí en el Partido me he formado desde mi juventud, sé trabajar con lealtad por el Partido y sus principios, lo he hecho siempre, lo sé hacer y lo haré siempre por mi Partido.
Lo haré por ustedes que representan la expresión organizada de una militancia que le da vida y organización al Partido, sin la militancia el Partido sería tan solo un cascarón vacío. La militancia es lo que permite abrazar la esperanza de cambio e impulsar la transformación. La militancia es la que permite recorrer los caminos señalando el rumbo en base a la historia y al origen que tenemos. La militancia es lo que convierte la acción de este cambio en propuesta de gobierno, el militante es un agente permanente de la Revolución Mexicana.
El militante sabe que en el tiempo de hoy el Partido unido podrá salir adelante, la unidad que se desprenda de la democracia viva, la unidad que surja del cambio de forma, métodos y pensamiento, la unidad que nos permita desterrar la sumisión a la actitud fácil pero indigna, la unidad que nos permita recuperar la voluntad para poderla hacer firmeza y no dejar que la flexible convicción de algunos traicione nuestra conciencia que como Partido tenemos o el corazón voluble que no respete sus emociones se aleje de las convicciones de Partido que le han dado sentido y rumbo a la Nación Mexicana.
Mantengamos en este proceso la mirada alta en el porvenir y veamos hacia el frente, hagamos que México avance porque tiene que cambiar y hagamos de la democracia la piedra angular para ello, para lograr así que el Partido conquiste el futuro y ganemos todos con la democracia.
Seamos capaces de comprometernos con el cambio, el cambio por la gente, el cambio para la gente, el cambio con la gente. La democracia no divide al Partido, lo une y lo fortalece. La democracia y la competencia interna lo hacen avanzar y no retroceder. La democracia permite construir la unidad que requiere el Partido para diseñar la visión del futuro que México espera.
El Partido, sus militantes, no habremos de fallar, juntos, unidos, ganaremos en el 2000 para que el Partido gobierne la próxima administración.
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